y ahora es menester
dejarlo pasar mansamente,
distraernos, dentro de lo posible,
con banalidades; mentirnos.
Cuando el claroscuro tiñe todo
lo mejor es descubrir
nuestras limitaciones,
hacernos fuertes en la debilidad,
caminar férreamente hacia el infinito,
pese a que no haya certezas,
y aunque al camino
tengamos que abrirlo
con las manos.
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