tinte de rocío añejando trastos olvidados,
pero la herrumbre es soportada con hidalguía
por el metal mejor forjado,
y aunque esas marcas a simple vista
modifiquen el valor de las cosas
porque tiempo y deterioro son una unidad,
el destino siempre seguirá siendo imbécil
por más que solapemos algunas temporadas
calcando días en que la sangre bulle
y debiera de ser preferible dejarse arrastrar
por sensibilidad o instinto; percibir,
conservarse, desgranando la muerte
como sinónimo de reencuentro,
aprendiendo, en esa incesante,
alocada búsqueda de sentido
que nada es ni será nunca nuestro,
porque apenas si pertenecemos
al suelo donde a duras penas
hacemos pie.
S.F.
No hay comentarios:
Publicar un comentario