Siempre cuenta, una y otra vez, lo mismo,
aquella caída histórica, de espaldas, sin amarras,
al estar colocando un aire acondicionado.
Sintió todo el peso de la ingravidez,
en esos microsegundos, en esos cincuenta metros.
Sudoración, aceleradas pulsaciones,
y hasta se le clavó una mueca,
que todavía mantiene en la expresión
de cuando su cuerpo se preparaba
para dejar de ser.
aquella caída histórica, de espaldas, sin amarras,
al estar colocando un aire acondicionado.
Sintió todo el peso de la ingravidez,
en esos microsegundos, en esos cincuenta metros.
Sudoración, aceleradas pulsaciones,
y hasta se le clavó una mueca,
que todavía mantiene en la expresión
de cuando su cuerpo se preparaba
para dejar de ser.
S.F.
4 comentarios:
Sucinto, contundente y sobrecogedor. Me gustó mucho tu escrito breve.
cariños, L
Muy bueno, dejar de ser y poder contar el cuento.
Gracias, Laura, por tu generoso comentario.
Saludos.
Por suerte es ficción, no me gustaría vivir una situación semejante. Gracias por el comentario, saludos.
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