viernes, 3 de noviembre de 2017

El arte revaloriza el sentido de la existencia

Padeció la falta de pierna al intentar pararse. Había logrado hacer un torniquete con el cinturón a la altura de la rodilla y en ese esfuerzo enorme intuyó gastar por completo su energía. Entrada la tarde, el sol lo cercaba en un delgado cuadro febril, presa de aquel erial compuesto sólo por arbustos enanos y pasto magro. Le aportaba verdadero bálsamo el frescor de la servilleta humedecida aplicada por su mamá sobre la frente, volver a ver seres amorfos surgir de las bocallaves del placard en su habitación infantil. A lo lejos, acaso en la Ruta Nacional, le pareció sentir el motor de una camioneta todo terreno como la suya. De cuando en cuando un soplo pobretón atravesaba en diagonal sin causar alivio. Giró la cabeza hacia su izquierda generando revuelo de tábanos, el costoso equipo profesional conservaría registro del ataque, la nueva cámara réflex que usara para defenderse del puma, casi seguro habría quedado inutilizable. Sonaba en su mente una suave y encantadora melodía desconocida, trasmitía cierta calma, agradable equilibrio interior. Hacía largo rato esos graznidos agudísimos matizaban el paso del día pesado y lento. Se le nublaba la vista pero alcanzó a observar aves denegridas volando en círculo. La garganta reseca le frenaba el grito. Debía mover aunque sea el brazo en alto, ahuyentarlas, impedir su descenso. 

El cuento El arte revaloriza el sentido de la existencia pertenece al libro inédito: “Una pulga en el lomo del mundo”. 
S.F.
                                                                                                                                              

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