Nunca tuve
nada servido
ni una triste
mesa con mantel
sólo conozco
la filosofía del sacrificio diario
por sobre
dudosos favores
pero si hasta
los perros reciben caricias
en este mundo
obscenamente injusto
donde el valor
de las cosas lo pone el más ruin
aunque también
se sabe quien resiste al sufrimiento
y el supremo
goce de pequeños logros es su premio.
S.F.
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