Una señora que caminaba bamboleando bolsas
de compras, repentinamente salió dispara hacia la intersección de la avenida, agitando
la mano libre del brazo en alto. Pero su largo saco de hilo le jugó una mala
pasada enganchándose en el respaldo de una silla del bar, y quien manejaba el auto
de alquiler nunca vio sus desesperadas señas. Aunque el destino le jugó una
buena pasada, porque aquel taxi en cuestión a cien metros chocó frontalmente y
su ocupante murió en el acto.
S.F.
No hay comentarios:
Publicar un comentario