sábado, 3 de marzo de 2012

Nunca se había sentido tan solo,
como aquella mañana en la que,
de pie frente al espejo del botiquín,
ese hombre lo miraba distante;
los ojos en el pasado, su gesto laso,
la piel amarillenta, crecida una barba cana,
sus hombros vencidos, el pelo blanco,
con esa sonrisa totalmente deshecha.




S.F.

2 comentarios:

Diego Vatenberg dijo...

Yo, es otro.

Sergio Fombona dijo...

Gracias, Diego, por entrar, leer y dejar tu comentario. Abrazo.