como aquella mañana en la que,
de pie frente al espejo del botiquín,
ese hombre lo miraba distante;
los ojos en el pasado, su gesto laso,
la piel amarillenta, crecida una barba cana,
sus hombros vencidos, el pelo blanco,
con esa sonrisa totalmente deshecha.
S.F.
2 comentarios:
Yo, es otro.
Gracias, Diego, por entrar, leer y dejar tu comentario. Abrazo.
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