A Rogelio le costaba horrores coordinar simples movimientos, por más que estuviese oscuro y la mayoría de las veces a su alrededor cada cual sumido en lo suyo, estigmatizaba su condición aquel hondo terror al ridículo. Pero una noche mágica conoció a Valeria y, aunque siguió bailando pesimamente, a ese detalle para nada menor, Rogelio dejó de atribuirle ilegítima y categórica importancia.
S.F.
No hay comentarios:
Publicar un comentario