“…Contaminado por la cultura foránea”, había dicho aquel morocho altivo para cerrar su idea; un señor con ajustada polera color verde militar, desde otro extremo del recinto, quiso definir qué era cultura y terminó atropellado por su propio razonamiento; entonces, esa chica esmirriada y muy bajita, que se puso de pie cerca del pasillo, soltó a los gritos, acaso suponiendo que no iba a ser oída, una sola frase paradigmática: “la vida se respira”, y espontáneamente todos empezaron a aplaudir.
S.F.
2 comentarios:
Excelente.
Un abrazo, Diego.
Gracias, Diego, me alegra que te guste el texto, abrazo.
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