miércoles, 31 de agosto de 2011

Tenía cinco años y se le ocurrió pensar
que el mundo era cuadrado.
Nadie le pudo sacar esa idea de la cabeza,
le explicaron que científicos estudiosos
habían probado lo contrario hacía mucho tiempo,
pero no, para él todo era cuadrado.
Ángulos de noventa grados
donde las cosas se estrellan o rebotan
imaginaba a los quince, ya de manera divertida.
Lo increíble es que ahora, a los ochenta,
sostiene que nunca estuvo errado.


S.F.

2 comentarios:

Nedda González Núñez dijo...

El cerró perfectamente su círculo... ¡Que paradoja!
Un abrazo.

Sergio Fombona dijo...

De eso se trata, de guardar cierta coherencia con lo que se es, por una cuestión de principios. Gracias, Nedda, por el comentario, saludos.