viernes, 3 de abril de 2009

Por eso tantas veces la tristeza

Verdades dolorosas, de un tiempo indivisible, ilusiones marchitas, están soldadas al corazón; también permanecen en los sueños renovados, en las risas espontáneas, en el final de cada invierno, en esa constante batalla con uno mismo. Pero queda suspendido en el reverso de los individuos, como resabio de sustancia muerta, aquello que se guarda en el silencio por no ser dicho, víctima del orgullo o de la cobardía.

S.F.

2 comentarios:

Nicolás dijo...

Muy bueno El mayor y las perlas, le he hecho la reseña para Los asesinos timidos, y me gusto.

Saludos

Sergio Fombona dijo...

Aprovecho para agradecerte por la correctísima reseña, y que ahora me digas que te gustó la novela no es poca cosa para mí. Saludos.