miércoles, 17 de junio de 2020

Hay años que no son tan bonitos

14

Una rubia que lleva cuello ortopédico mira a Dante con dulzura, toda la que se puede trasmitir por intermedio de su mirada ojerosa.
–Saco yo.
La mesa color pasto otoñal tiene un cuadrado de paño injertado donde Dante asienta la bola blanca. Toni agradece las gaseosas dejadas sobre la mesa por una grácil mujer oriental, sin atreverse a pedirle que cambie esa espantosa cumbia reinante, dando por hecho que la mujer tampoco sepa hablar inglés. –Rayos, Dan, mi vaso está sucio— reclama al oído de Dante.
–Qué poco listo, bebé de la botella— reprocha.
La rubia ojerosa los mira aferrada del taco.
–Mi madre me hubiese matado sólo para llamar la atención— dice siniestramente, advirtiendo casi con delectación la mirada de la chica.
— ¿De quién?— pregunta Toni, sorprendido. –No fumamos— explica haciendo señas al muchacho de una mesa lejana.
—Súper obvio: mi padre, mi flía, sus amigas, miles de jovencísimos y escultóricos surfers que querría violarse.
–Sorry, Dan, pero la presentás como malhechora.
– ¿Una vaca loca homicida te parece una gloriosa criatura?
Dante hace sentir como si nada pudiera importunarlo.
– ¡Ufa!, sos de lo más susceptible— se queja inflando las mejillas.
Los dos hombres de mediana edad, que han estacionado sus taxis frente a la puerta, toman la mesa contigua.
–Para tu información, una noche, tu gloriosa criatura, almohada en mano, intentó asfixiarme.
–Estás quemado, Dan— asevera, apunta la bola blanca hacia una amarillo desteñido.
Lo confunde la hilaridad de su amigo, sufre el impacto de sus comentarios, sabe que se trata de una contienda en la que él no presta arbitrio.
–La habitación a oscuras, apenas reflejos del pasillo, me pareció oír un desplazamiento, pero mínimo– observa a la rubia ojerosa; su contrincante, con chillona remera de algodón, es más vulgar. —Abrí los ojos y ella virtualmente tenía la almohada entre las manos a diez centímetros de mi cara— detalla con exactitud, la misma que utiliza para embocar una bola rayada en la tronera opuesta—. Never more.
— ¿Y qué hizo?
–Típico de vaca sagrada, negar la realidad. Por eso me empastillo para dormir, y no pruebo bocado de carne, secuelas de convivir con una progenitora destructiva como un cáncer galopante— diagnostica sonriente y vuelve a embocar.
—Mi pavor es que la mía hubiera preferido verme como seminarista— afirma Toni, y se estrega las manos entalcadas.
–Niet, niet— hace un gesto negativo con el dedo—. Sementarista, sic, se trata de una cuestión semántica— bromea Dante, su risa fúlgida por los tubos fluorescentes.
–Fui monaguillo y agachá la voz, please— pide Toni advirtiendo gestos soeces de los taxistas. — ¿Ves a la de cuello ortopédico junto a la morocha?— marca con una cabezada. –Son cajeras de supermercado.
–Rayos, Dan, ¿cómo podés saberlo?
—Calzan el mismo infame pantalón rojo, nunca se sientan y en el respaldo de las sillas colgaron bolsos con propaganda multinacional–dispara confiado. —Te toca— dice, triunfante, alimentando su narcisismo. Toni, el cuerpo elástico arqueado sobre el paño, marra su tiro.
—Fijate el look de la dueña— pide, arrimado al vértice de una tronera. – Mafia china.
Toni no quiere ver, sólo acalla temores.
–Apuesto que está ilegal, seguro ingresó por el norte argentino— entiza su taco, los ojos despiertos, disfrutando el espectáculo. –Vientres de alcohólico— indica en voz bien baja. –Apuesto mi trasero a que son cocainómanos para soportar dieciséis horas al volante.
–No te creo— murmura por lo bajo.
–Escuchalos aspirar, mirá cómo se tocan la nariz a cada rato.
Toni va hacia la mesa y levanta la botella, apenas se atreve a respirar, bebe observando disimuladamente a los taxistas. Dante efectúa su tiro, insiste en hablar al oído de su amigo.
–Ves al flaco dentudo, siempre el vaso lleno, no juega, va y viene del baño. Hasta criaturas es capaz de conseguir.
–Este es un mundo feo, Dan.
–Losers, freaks, nerds, en el futuro sustentarán nuestros caprichos, ¿capito?
Toni se encomienda a alguien en el cielo raso, traga sin ganas su gaseosa cola poco gasificada, baja la vista, recordando a Marlon Brando en escenas de El Padrino.

Capítulo 14 de la novela inédita de Sergio Fombona

2 comentarios:

Unknown dijo...

Interesante ,intriga ,invita a continuar

Sergio Fombona dijo...

Gracias por el comentario, saludos.